Gladys Olmstead, periodista de La Casaquera un proyecto de Nómada

La Casaquera: «Es bien difícil convencer a las personas cuando los argumentos ya no son lógicos, sino que más ideológicos»

Con la filosofía de pedir perdón antes que permiso, el proyecto de verificación La Casaquera, de Nómada, fue lanzado para las elecciones presidenciales de 2015, y desde entonces, se ha vuelto un espacio para incomodar no sólo a la política sino también a los más conservadores de la sociedad guatemalteca.

Por Sebastián Ávila, Ignacio Cembrano, Gustavo Flores y Orlando Silva 

Gladys Olmstead es parte de La Casaquera el proyecto de verificación del portal de investigación Nómada, desde inicios de 2015. Entre sus trabajos destacados está la chequear el falso discurso de un hombre que aseguraba haber sido astronauta. Desde una mirada feminista y de izquierda, el sitio ha tenido que ganar su credibilidad a punta de investigación y buen reporteo, según relata en esta entrevista.

Portada de La Casaquera. Extraída de su sitio web.

—¿Cómo nace el proyecto?

—Empezamos en 2015 con la sección llamada La Casaquera, porque acá en Guatemala la palabra que se utiliza para los mentirosos es casaquero, las mentiras son casacas, queríamos jugar con esa palabra.Era época electoral y éramos súper poquitos. Nómada tenía seis meses de haber empezado, pero en ese entonces no se pudo continuar con el proyecto. Sin embargo, lo hemos seguimos utilizando cada vez que podemos, cuando sabemos que va a funcionar.

—Con respecto al método de verificación ¿Cómo es?

—Escogemos un discurso o un texto y nosotros buscamos uno o dos expertos, lo que consideremos necesario. Luego, esos textos pasan a un editor que ve la redacción y estilo. Depende de la situación.

—En ese sentido, ¿Ustedes tienen como regla ocupar más de un experto o pueden ocupar uno solo?

—Depende del tema y de la disponibilidad. No hay muchos expertos. Intentamos que se pueda contrastar, que no nos crean solo a nosotros. También depende del tiempo, porque si sólo tienes un día, tampoco vas a poder hablar con muchas personas.

—¿Se basaron en algún otro medio o es propiamente de ustedes ese método de verificación?

—En ese entonces, nos basamos en El Sabueso de Animal Político.

—¿Qué formato utilizan para presentar sus verificaciones al público? ¿Planean innovar en nuevos formatos?

—Hacemos textos y videos. En 2018 empezamos a hacer podcast. Además, hacemos motion graphics que es otra forma de entregar la información en videos, pero sin personas. Son videos con animaciones y texto que buscan explicar alguna situación. Tenemos también foto galerías, pero es lo que menos hacemos, porque el fotógrafo casi nunca se va sin un periodista. Hemos hecho proyectos interactivos, teníamos uno que se llamaba Arma tu propio presupuesto. Era un juego donde las personas podían elegir distintos indicadores de sus propios países en  materias como salud, educación o vivienda, y después evaluar la suma de dinero. La idea era que se dieran cuenta que muchas veces los malos cálculos podían producir inflación o que los empresarios tuvieran problemas de impuestos.

—¿Con cuánta libertad llevan a cabo su trabajo?

—Con mucha libertad, porque no tenemos ningún tipo de financiamiento que comprometa nuestras opiniones, es una de las cosas más importantes. Martín Rodríguez Pellecer, el director y CEO, desde el principio dijo: “No estamos al servicio de nadie y mucho menos de las élites”. Al final, nos hemos dado cuenta nosotros, por lo menos en Guatemala, en los últimos años, que los empresarios eran los que financiaban de forma ilícita las campañas.

La escala de verificación de La Casaquera. Extraída de su sitio web.

 

—¿De dónde proviene el financiamiento de Nómada?

—Es complejo. No es un modelo tradicional y tampoco es de una sola fuente. Tenemos financistas que son los socios del proyecto, cualquiera puede ser socio. Las acciones valen 10 mil dólares y la regla de oro es que no se tiene ninguna injerencia sobre la línea editorial. Además, Nómada tiene una agencia que crea contenido, que se llama Nueve, que capta algunos clientes. También hacemos eventos, tres fiestas al año donde recaudamos dinero. El lema de esos eventos es: “Ayúdenos a financiar el periodismo independiente”. Colaboramos en algunos proyectos con medios de otros países como El Faro o Plaza Pública, en temas que van de la mano con nuestra línea editorial, como género, fact checking, desigualdad, la lucha contra la corrupción, etc. y el financiamiento es de ellos.

 —¿Cómo ha sido la experiencia de realizar este trabajo?

—Acá en Guatemala hay un problema: no tenemos muchas estadísticas. El último censo fue en 2002. Cuando el presidente habla de porcentajes, nos complica un montón. Ahora que se está realizando el censo, los resultados los van a publicar en febrero y ahí vamos a poder tener estadísticas para comprobar. (Esta entrevista fue realizada el segundo semestre de 2018).

—¿Van a hacerle fact checking al Censo?

—Sí. Ya empezamos con algunas cosas. Cuando te dicen las cartografías dicen tal cosa, entonces nosotros buscamos si realmente hay tantos municipios como ellos dicen, estamos en eso, pero, ahorita decidimos no seguir haciendo fact checking, porque nos queremos preparar para las elecciones que vienen el próximo año.Cada uno está buscando una cosa en la que se quiera enfocar, porque es año electoral y es donde creemos más se necesitan las herramientas del fact checking.

—¿Han tenido algún período difícil?

—Guatemala es un país que por su historia es complicado, está súper polarizado. Ahora estamos en un debate sobre el aborto, no va a pasar ninguna ley a favor o en contra, porque el país es muy conservador. Pero es complejo porque todas las campañas de desprestigio van hacia los medios: es más fácil atacar a los medios que al statu quo, entonces ahí existe un problema bastante grande. Es bien difícil convencer a las personas cuando los argumentos ya no son lógicos, sino que más ideológicos. Ya no tenemos un espacio para dialogar, todo es enfrentamiento. Se refleja en un montón de cosas.

Por ejemplo, si hablamos solo del fact checking: en un momento que hicimos una casaquera sobre la canciller. La periodista fue a Washington, se filtró la agenda de esa reunión, agarramos esa agenda y empezamos a verificar y se publicó. La siguiente semana, cuando yo propuse otra casaquera, teníamos una editora que no le gustaba ser confrontacional y nos dijo que no se harían más casaqueras sobre el gobierno para no tener problemas. Al final, hemos tenido el problema de decirle a las personas: «mentirosas», porque no es una práctica de las periodistas que no son millennials. Los de antes no estaban acostumbrados a decirle a las autoridades ustedes están mintiendo y están mintiendo por esto.

Ejemplo de una de las verificaciones extraída de La Casaquera.

—¿Tienen alguna política de equilibrio para balancear a los políticos que deciden investigar?

—Decir que nosotros somos súper objetivos sería una mentira. Creo que también tenemos ciertos sesgos. Por ejemplo, si a mí esta diputada me atiende rápido y me contesta bien yo digo con eso: “voy a portarme distinto con ella”, pero también es como “si la cagaron, la cagaron” y vamos a ir con todo.

—¿Cuál es la posición del medio respecto a las fake news o la postverdad?

—Al ser un medio abiertamente de izquierda, la gente a veces piensa que nosotros lanzamos fake news. Sin embargo, nosotros somos muy rigurosos en cada publicación para que no haya malos entendidos. Decidimos intentar separar lo más posible la sección de noticias con la de opinión.

—Respecto a su sección Somos Todas, cómo se enmarca en el contexto feminista que estamos viviendo.

Somos Todas es periodismo totalmente. Pueden ser historias cotidianas, denuncias de abuso sexual y específicamente cosas de género. Nosotros cuando nos asumimos como un medio feminista sabíamos que teníamos que tener una sección así con reportajes e información con temas de género. En Guatemala somos el único medio que lo tiene. Esto nos ha abiertos muchas puertas, porque internacionalmente la gente también nos escribe.

—¿Han causado impacto en la agenda pública?

—Tras una publicación de la periodista Marcela López, nos llegaron comentarios de las autoridades, nos decían: “No vamos a dejar que nos manoseen, eres una mentirosa”. Llegamos a la conclusión de que hasta cierto punto si nos leen. Nosotros somos el medio independiente más irreverente. Sabemos que nos leen, saben que estamos ahí.

—¿Tienen alguna verificación que consideren que sea un hito, que haya marcado un antes y un después en La Casaquera?

La publicación que hicimos durante el debate presidencial agropecuario realizado en 2015. Nos costó, pero a las fuentes les gustó, a los expertos que llamábamos les gustaba ser parte de algo que al final le interesa a todo el país. Nos abrió un montón de puertas, ya que a las fuentes les gusta ser útiles.Tuvimos que hacerlo todos juntos y a la velocidad de un rayo, pero al final del debate todos estábamos felices. Fue un antes y un después para poder decir: “Ok, esto sí funciona. Sí lo podemos hacer”.

Otro hito fue el Reportaje de fact checking que hicimos junto a la periodista Elsa Cabria, se llama El astronauta guatemalteco que nunca fue astronauta. A nosotros nos llegó la denuncia de que era mentira, empezamos a desmentir un montón de cosas que él decía. Tenía muchas mentiras, entonces hicimos este reportaje y a la gente le encantó. Recibimos ataques de sus fans y él respondió con un video, nosotros respondimos con otra nota sobre las siete nuevas mentiras del astronauta. A la gente le encantó saber que Guatemala es un país tan tercermundista que hasta nuestros “héroes nacionales” son un fraude.

—¿Hay dilemas éticos a los que ustedes se hayan enfrentado a la hora de verificar?

— Es bien difícil afirmar, por ejemplo, información sobre la población indígena en Guatemala, porque no hay datos. Martín es de las personas que prefiere pedir perdón que permiso, es bien impulsivo. Es de los que pega y luego les pregunta: “¿Ah, quieres decir algo?”. En ese sentido hemos tenido un poco de debate. Hemos tenido que pelear con nuestro propio director y darle la vuelta, decir: “Ok, ¿Queremos que este sea el resultado? Busquemos a alguien que lo diga y que no seamos nosotros”.

En este video, Gladys Olmstead, periodista de La Casaquera, un proyecto de Nómada, responde al cuestionario de www.factchecking.cl

—¿Consideran que le hablan a una audiencia reducida?

—Sí. O sea, es que, el fact checking no es la rama más divertida del periodismo. Uno puede pasar horas intentando comprobar algo y no tener certezas para decir si es verdad o mentira. Tampoco hay muchas personas que quieren hacer fact checking, entonces el público tampoco lo espera.

—¿Tratan de ampliar más su público?

—En ese entonces Nómada no buscaba eso, solo queríamos decir: “Nosotros sabemos hacer investigación”.

—Han identificado a su audiencia

—Sabemos más o menos quiénes nos leen. Son personas entre 25 a 35 años y el segundo público está entre 35 a 45 años de edad. Casi todos son de clase media o clase media alta. Tienen cierto nivel de educación. Los que ven las casaqueras son personas que no les interesa el chisme, sino que los datos duros.

—¿Qué estrategias ocupan para llegar a esa audiencia?

—Antes Nómada no tenía una estrategia definida. Lanzábamos los artículos sin pensar a quiénes iban dirigidos. Desde este año empezamos a proyectar audiencias y hacer proyectos destinados a personas y a grupos.Ahora sabemos, por ejemplo, que los viernes no podemos publicar temas de política, a menos que sea coyuntural, porque nadie los va a leer. Los lunes son los días que podemos publicar temas políticos de corrupción, porque ahí se van a viralizar. Desde el miércoles la gente está “en otra” por lo que decidimos publicar temas más livianos. 

—¿Existe algún tipo de retro-alimentación?

—Acá la gente no se queda callada. Nos llegan inbox todos los días con comentarios de personas. Por ejemplo, para el Mes del Orgullo, nosotros ponemos la bandera de fondo en nuestra página y hay personas que reaccionan con reclamos.  En ese sentido, sí tenemos un tipo de retro-alimentación, pero solo por los canales abiertos, no existe una sección en defensa al lector como en El Faro.

—¿Cuál es la red social que más se ajusta a su audiencia?

—Ahora creo que son los newsletters, porque mandamos uno diario. Cada día hay distintas secciones. Hay una que se llama Cómo está la jugada que es como lo que está pasando. Los martes hay una sección con una playlist. Los miércoles tiene una foto. Los jueves hay una recomendación de lectura. Los viernes se envía una agenda cultura de eventos. También hay una sección  que se llama Las consentidas que son las notas más visitadas de esa semana. Utilizamos también la difusión por WhatsApp a los suscriptores, que les gusta que les llegue la información directa y mucho más rápida.

Esta entrevista fue realizada por estudiantes del curso Análisis Comparado de Periodismo en la Facultad de Comunicaciones UC, durante el segundo semestre de 2018.

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